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Sociedades del conocimiento

Sociedades del conocimiento, innovación y sector público

Durante más de 20 años, hemos evidenciado profundos cambios en la vida social; venimos de una ciudadanía participativa a una ciudadanía reactiva que busca estar bien informada y que además es exigente y organizada, con ideas y propuestas acerca del diario hacer y lo que quiere, sabiendo cómo y cuándo lo quiere.

Como gobierno, reaccionar ante ello implica una mayor eficiencia y múltiples desafíos sociales, humanos, tecnológicos y de gasto público. Moverse desde la lentitud de la historia y la tramitología, hoy le está costando al gobierno la negación de la participación ciudadana en todos los ámbitos. Sin duda, la innovación es de gran ayuda para afrontar los retos públicos, económicos y sociales, a fin de crear valor ante un público verdaderamente exigente y capaz de negar su apoyo y participación.

¿Quién está al frente de la sinergia?

Desde luego Chile nos lleva una gran delantera, ya que ha implementado de manera muy exitosa innovaciones que generan sinergia entre sus ciudadanos, el gobierno y la iniciativa privada, al tiempo que brindan un gran apoyo a los proyectos sociales y generan el interés del sector privado en la participación constante dentro de la vida social y política de su gente.

Desde su Ministerio de Economía, se ha gestionado la Oficina de Competitividad, la cual surgió de un esfuerzo por la búsqueda de mejoras y cambios en las regulaciones de emprendimiento, pro inversión e innovación; gracias a ello, se estableció un mecanismo para detectar trabas en el emprendimiento y la libre competencia. En el Año de la Innovación abrió un sistema de financiamiento para la gestión de la innovación en el sector público chileno.

¿Qué representa Chile? Definitivamente una Sociedad del Conocimiento que surge de la puesta en marcha de la innovación en su conjunto, a partir de entender a ésta como el engranaje social que permite mejorar o crear propuestas de valor centradas en las necesidades humanas. De esta manera han creado y aplicado nuevos modelos de gestión, procesos, productos y servicios al alcance de un usuario universal, con el objetivo de que la eficacia gubernamental provoque grandes cambios que otorguen certeza ciudadana, mejoren la calidad de vida y sean apoyados por procesos digitales accesibles a todos los ciudadanos.

Siempre hay que tener en cuenta que, para el sector público, los usuarios son a su vez beneficiarios, contribuyentes y electores; son partícipes de una colectividad contribuyente directa e indirecta que financia las prestaciones sociales mediante los gravámenes y los impuestos, por lo que la innovación en el sector público debe garantizar la aceptación ciudadana y la viabilidad.

Innovar es aportar valor

En su libro Innovación pública: un modelo de aportación de valor, los autores Carmina Sánchez, Marcelo Lasagna y Xavier Marcet recomiendan que “las administraciones, además de aplicar la innovación, definan políticas de apoyo a la innovación para las empresas, es decir, cuando las administraciones se dirigen a las empresas y les recomiendan innovar, deberían procurar que la motivación de éstas para innovar no sea convertir las subvenciones para la innovación en una línea de negocio en sí misma. Las subvenciones para la innovación son palancas significativas de crecimiento; de lo contrario no sirven para nada”.

Desde esta perspectiva, las administraciones deben intentar que las subvenciones sirvan de apoyo para que aquellos que innovan por convicción tengan la ayuda que les permita acotar los fallos de mercado, o sea, aquellas situaciones en las que las empresas consideran que para innovar deben asumir un riesgo desproporcionado respecto de sus activos.

Para Peter Drucker, el mayor filósofo de la administración, “la mejor forma de predecir el futuro es crearlo”. El futuro no es cosa de las tendencias, sino algo nuestro, de cada uno, de cada organización y de cómo somos capaces de construirlo, inspirados en lo que creemos que vendrá. Desde esta perspectiva, el futuro no consiste en leer un libro no escrito, sino en ponerse a redactarlo.

La innovación no es un fin en sí mismo; es crear valor público de forma más clara y efectiva a través de:

  • Dotar a sus funcionarios y secretarias de agilidad, digitalización y eficiencia.
  • Desarrollar proyectos basados en el conocimiento.
  • Incentivar la participación ciudadana.
  • Revitalizar los lazos con la comunidad y sus familias.
  • Detonar un buen liderazgo creativo utilizando la colaboración.

Sin duda, innovar es vincular la capacidad creativa con la de ejecución.

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