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La tecnología que viene y el balance de poder entre las naciones

Cuando escuchamos o leemos de nuevas y prometedoras tecnologías que harán que la dependencia que tenemos de los combustibles fósiles disminuya muchos sentimos alivio, esperanza de un mundo con menos emisiones de carbono y con ello un mejor futuro para la humanidad. Sin embargo vale la pena ver un poco más de cerca el efecto que las tecnologías disruptivas pueden tener el entorno global y afectar al balance entre las naciones.

Una tecnología que ha avanzado en los últimos tiempos es la fotovoltaica, que de una fuente tan abundante como la luz solar (y de hecho cualquier luz) genera energía eléctrica de manera cada vez más eficiente. El fin del petróleo, pero ¿esto qué significa? Si bien hoy en día sólo se produce el 1% de la energía eléctrica del mundo con esta tecnología, debido al avance y bajo el modelo exponencial que sigue su desarrollo e implementación, para el año 2030 se podría producir el 100% del consumo, y para el 2035 llegar a un punto de producción tal que la energía eléctrica fuera comprada bajo un modelo de suscripción ilimitada, como las llamadas telefónicas de línea fija hoy en día. Esto parece el mundo ideal, sin embargo los países que tienen grandes industrias petroleras sufrirán reacomodos sociales, recomposición de su industria y habrá graves crisis económicas. Lo vemos hoy, con la caída de los precios petroleros a un 30% de su valor en 18 meses, y los problemas que genera para economías como la mexicana.

La robotización de la producción industrial también comienza a dar señales de llegar para permitir a los humanos dedicarse a tareas más nobles que la repetición de manufactura del obrero. China como gran proveedor de mano de obra, ha querido tomar la ventaja y comenzar a poblar sus plantas de fabricación con robots obreros. El experimento de Foxconn de implementación de un millón de robots (fabricante de partes para dispositivos digitales) aún no ha tenido éxito, pero la diferencia de tecnología entre 2011, cuando se hizo el anuncio, y 2015 nos ha permitido llegar a ver robots con capacidad de colaboración con el humano, como el YuMI de ABB. Hoy en día se construye en la provincia china de Guangdong la primera planta con “factor cero de trabajo”, donde 1,000 robots podrán hacer el trabajo de 2,000 obreros.

 

Un paso lógico para la economía china, basada en la oferta de mano de obra casi ilimitada a precios muy bajos, pero tenemos que hacer patente que este factor de cero trabajo es replicable en cualquier parte del mundo, es cuestión de inversión inicial; cuesta lo mismo operar un robot en China que en los países que habían perdido sus manufacturas por lo caro de su mano de obra, como Estados Unidos, Alemania u otros centros industriales de innovación. Los productos podrán fabricarse donde se generan las ideas. ¿Qué hará China con un escenario de alto desempleo y una gran infraestructura industrial instalada?

Un escenario con mayores complejidades será el de la manufactura digital. Las impresoras 3D ya son una realidad, con las cuales podemos imprimir, a partir de un diseño hecho en un programa sencillo, objetos cotidianos e incluso autos. Cierto que la impresión 3D es hoy un día un proceso lento, ruidoso y con resultados un poco menos que rústicos en ocasiones, pero ¿no suena esto al principio de la impresión Inkjet? Algunos analistas predicen impresión de objetos de alto desempeño, como partes aeronáuticas e incluso, con los materiales adecuados y células madre, órganos humanos: riñones, hígados, dientes de reemplazo.

Si la manufactura se vuelve una posibilidad casera, la gran industria tendrá que reinventarse también, y con ello el cambio económico interno y externo transformará los centros de poder industrial y con ello políticos.

Serán tiempos de inestabilidad, transformaciones e incertidumbre para casi todo el mundo, y sin embargo también serán tiempos muy interesantes para vivirlos.

Con información de Singularity HUB.

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Director General de u-GOB